¿Cómo enfrentarnos al reloj biológico?

reloj biologico

Actualmente postergamos el momento para plantearnos la maternidad o el ser padres más que nunca y esta tendencia lamentablemente sigue en alza.

Según los últimos datos publicados hemos superado el umbral de mínimo de nacimientos de toda la historia y la edad media de natalidad en la mujer es la más alta en comparación con épocas pasadas.

Las mujeres españolas alcanzan la maternidad de media casi a los 33 (32,6 años en 2021) años en comparación con las mujeres extranjeras que lo son alrededor de los 30 y además, el porcentaje de mujeres de 40 años o más ha seguido aumentando (se ha incrementado un 38% en los últimos 10 años).

¿Qué es el reloj biológico?

La creencia generalizada de “estar a tiempo” una vez rebasados los 35-36 años es errónea, es necesario aclarar esta situación de partida y estar bien informadas para decidir las alternativas que tenemos para preservar nuestra fertilidad y nuestros planes de maternidad con las mejores garantías.

Aunque es cierto que los avances en reproducción asistida son innegables y que conocemos casos de mujeres que conciben con éxito su primer hijo a una edad media más tardía que antes, lo cierto es que nuestro reloj biológico sigue siendo el mismo de siempre.

Diversos son los motivos por los que retrasamos nuestra maternidad: buscamos una seguridad económica, una situación laboral estable, una estabilidad afectiva o incluso un hogar “propio” para dar cabida al nuevo miembro familiar con lo que priorizamos terminar estudios, estabilizar empleo y relación afectiva, etc.

El logro de estos hitos de emancipación en la actual situación de desempleo y de inestabilidad es cada vez más tardío ya que hay dificultades para el acceso a la primera vivienda, tenemos trabajos mal remunerados, inestables o precarios, jornadas maratonianas que no nos permiten conciliar la vida personal o familiar con la laboral, etc.  Con esta situación de partida la mujer está cada vez más supeditada a anteponer su trabajo y estabilidad socio-económica-afectiva al reloj biológico de fertilidad natural que está en su mejor momento entre los veinte y primera parte de los treinta. La necesidad de pareja como paso previo a tener descendencia está dando lugar a la “infertilidad social”, es decir, cuando la mujer va retrasando el quedarse embarazada por no encontrar una pareja reproductiva.

En esta situación de partida, ¿qué podemos hacer?

  • Una de las opciones a valorar es reajustar prioridades y optar por la maternidad en esa horquilla más fértil para luego ir consiguiendo el resto de los hitos con posterioridad.
  • Otra posibilidad es optar a congelar los propios óvulos. Esta opción de vitrificar óvulos nos permite “ganar tiempo al tiempo”, nos da opciones de futuro ya que nos ayuda a tener menos presión y estrés y nos aporta mayor tranquilidad para tomar decisiones más adelante con mejores garantías. Es importante saber, no obstante, que la edad adecuada para congelar óvulos es hasta los treinta y cinco aproximadamente ya que la calidad ovárica es la más idónea. Bajo este planteamiento es necesario valorar no sólo a nivel ginecológico la calidad de sus ovocitos o su reserva ovárica sino a nivel psicológico las expectativas de las mujeres que a partir de esta edad desean preservar sus óvulos ya que conforme la edad avanza, se necesitará de media mayor cantidad de ovocitos para tener (a partir de los 40 años hasta un 80% de los óvulos puede tener alguna anomalía genética). Los factores propios de la edad como tener hipertensión, obesidad u otros problemas de salud que van apareciendo pueden dar lugar en el embarazo a diabetes gestacional, preeclampsia o dificultades no sólo durante el embarazo sino en el parto y postparto. Es por ello importante identificar los factores de riesgo y la situación de partida en cada mujer.
  • Por último, como alternativa posible junto a las dos anteriores contamos con la donación de gametos si los propios no reúnen las garantías adecuadas. Si bien esta técnica garantiza unas tasas de éxito mayores, a nivel psicológico es necesario elaborar el duelo genético derivado de la imposibilidad de concebir a un hijo con el propio material genético familiar y trabajar psicológicamente miedos, dudas y preocupaciones relacionadas del tratamiento de donación ya que la paternidad y maternidad es un concepto no sólo reducido a la trasmisión de la carga genética sino que engloba en compromiso con un embarazo responsable, una crianza con apego y una responsabilidad con esta descendencia vinculada a un amor incondicional.

 

Araceli Ortega Martínez Psicóloga COL – AO03676

Psicóloga colaboradora URE Gutenberg y Gabinete de Psicología en Málaga Ortega Psicología

www.ortegapsicologia.es

Desde este blog compartimos contigo las últimas noticias de nuestra Unidad, consejos, recomendaciones e ideas en torno a la fertilidad.

Categorías

Archivo

También te puede interesar…