Fecundación in Vitro: ¿qué hormonas controlamos en un ciclo de FIV?

Como sabemos, la Fecundación in Vitro (FIV) consiste en extraer ovocitos de los ovarios de la mujer para que sean fecundados por espermatozoides en un laboratorio. Una vez producida esta fecundación, un número limitado de los embriones conseguidos se transfieren al útero de la mujer para que continúen ahí su desarrollo natural.

Los ovocitos de la mujer se extraen mediante un procedimiento denominado punción ovárica, una sencilla intervención quirúrgica, y los espermatozoides normalmente mediante masturbación, biopsia testicular, o si es el caso, de semen congelado de donante.

Para trabajar correctamente en FIV necesitamos más de un ovocito, que es lo que normalmente produce la mujer en su ciclo natural. Por este motivo, toda mujer que se somete a un procedimiento de Fecundación in Vitro recibe un tratamiento hormonal, que pondrá a funcionar sus ovarios de una manera que podríamos calificar como más intensa.

Todo este proceso, que puede parecer muy fácil, requiere un control riguroso llevado a cabo por un médico ginecólogo especialista en reproducción, mediante ecografías y analíticas hormonales. ¿Por qué? Porque debemos saber en qué momento la mujer está preparada para realizar la punción y extraer los óvulos de sus ovarios, de modo que el tratamiento de FIV tenga mayores posibilidades de éxito.

Gracias a los controles ecográficos y hormonales diarios será posible valorar el desarrollo folicular, y determinar el momento más adecuado para realizar la extracción de los ovocitos.

¿Qué hormonas controlamos en un ciclo de Fecundación in Vitro (FIV)?

Fundamentalmente dos: el estradiol y la progesterona.

El estradiol es una hormona que segregan los folículos (estructuras que se encuentran en el ovario y que contienen los ovocitos). A medida que aumentan los folículos por el efecto de la medicación hormonal que se pone a la mujer, sube el nivel de estradiol. A mayor desarrollo folicular, mayor nivel de estradiol. Esto se controla cada dos o tres días mediante una analítica de sangre, cuyo resultado ha de saberse en el mismo día de la extracción.

Por su parte, la progesterona es una hormona de la segunda fase del ciclo de la mujer, denominada lútea, y cuyos niveles no deben subir. Se controla porque hay casos en los que su aumento está relacionado con un peor resultado en el tratamiento FIV.

Una vez el médico estima, tanto por las ecografías realizadas como por los niveles de estradiol y progesterona, que el número de folículos desarrollados y su tamaño son óptimos, podrá determinar el momento más adecuado para realizar la punción ovárica y extraer los ovocitos a la mujer.

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